Tras muchos años de estudio y buscar excusas para cambiar de ciudad (mi primera aventura sola fue con 15 años, en República Dominicana donde viví experiencias bastante intensas), empezó una nueva etapa.
La que suelen llamar etapa adulta, en la que trabajas, ganas dinero y te vuelves aburrida… pues así fue, tal cual. Después de 4 años trabajando en la misma empresa, empecé a tener curiosidad por el yoga que hacían en el gimnasio de al lado de casa. Lo que parecía un momento de relax y dejar atrás la tensión del día, fue despertando más y más curiosidad en mí.
Sabía que había algo que me reconectaba, que me devolvía la esencia que había ido perdiendo con los años. Empecé a leer y leer libros de Ayurveda, Yoga y filosofía holística. Mi curiosidad crecía exponencialmente y poco a poco se iban produciendo cambios en mí.
Empecé clases de yoga en un centro mucho más espiritual, cambié mis hábitos mentales, alimentación, inercias y finalmente puse fin a una etapa. Con mucho miedo e inseguridad de lo que podía pasar, me fui a vivir a India por un tiempo. Sin saber cuando iba a volver, tenía un objetivo muy claro: